domingo, mayo 31

Un relato patagónico sangriento

Anoche me contaron una historia real que ocurrió hace unos pocos años cerca de El Calafate, Santa Cruz, en una estancia que inversores italianos habían comprado. Quien me lo contó fue testigo y protagonista de parte de los hechos.

En general se sabe como las cosas empiezan pero hay finales imprevistos. Esta historia comienza con una inversión de los italianos para mejorar las condiciones de vida de un puestero de 75 años que vivía solitario en un puesto lejano de una zona bastante alta de la estancia. El viejo puestero bajó de su puesto con la perrada a ayudar a cargar las cosas. Subiendo al vehículo de transporte una cocina económica (a leña) grande y pesada el puestero de abajo, un hombre joven de unos 30 y algo, se burla del viejo porque no tenia fuerza ni agilidad. Las burlas continuaron a lo largo de lo que duró la faena, llegando seguramente a la humillar al viejo, pero este no abandonó su trabajo y la cocina fue cargada.

Luego de esto el viejo se ausentó momentaneamente y volvió con su tremendo facón en una mano y el poncho en la otra a componer, de la única forma que sabía hacerlo su orgullo herido, su humanidad humillada.

El joven a su vez entendió que era vida o muerte y apostó a defender su vida con su cuchillo. 20 0 30 peones mas la esposa del joven rodeaban a los hombres que se tiraban cuchilladas. Nadie se atrevió a separarlos o quizá consideraron que no había porque separarlos ya que estaban procediendo de acuerdo a la cultura y las costumbres del lugar.

Esta vez la experiencia ganó sobre la fuerza y el poder de la juventud y el viejo ensartó al joven de una buena puñalada pero no tan buena como para no necesitar un toque, un estoque, final que yo, por sobre todas las cosas encuentro elegante, mas elegante que horroroso.

Caído el joven boca arriba, piernas y brazos estirados en cruz, el viejo se agachó con alguna dificultad y levantando el cuchillo con ambas manos lo bajó con impulso suficiente como para atravesar el pecho del provocador y clavar el cuchillo en la tierra. Hecho esto y con la habilidad de un experto aplicó un impulso perpendicular al plano de la hoja y la quebró dejando al joven literalmente clavado al terreno.

Finalizada la parte meramente mecánica de su faena (nunca mejor usada la palabra) le dijo al joven "ahora hijo de puta no me vas a joder mas, te vas a morir y yo me voy a quedar acá para verte morir".

Dicho eso buscó un asiento cómodo, sacó un cigarillo y acompañado de sus perros se puso a fumar mirando el horizonte con la paz y la satisfacción de quien siente que ha hecho bien lo que debía hacer. Cada tanto miraba al joven para verlo morir.

El viejo había cuidado de no dañarle el corazón y la muerte tomo 3 horas.

Por alguna razón -no me doy cuenta cual- la decisión del viejo de matar (o morir) me hace parece que tiene algo en común con la decisión del rey Yeongjo de Joseon de hacer morir a su hijo (el hijo era un loco de mierda que andaba asesinando gente en el palacio y era un aberrado sexual)

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