..."Vivimos como la primera comunidad que siguió al hijo de Dios", explica uno de ellos ante la incredulidad de alguien que intenta entender, pero choca en cada pregunta con sus propios prejuicios.
Son de distintas edades, culturas, clases, todos diferentes pero todos movidos –creo– por un mismo objetivo: hacerse otro mundo posible. Para entrar a la comunidad dejan "todo". Ni discos, ni ropa, ni películas. "Acá no hay nada de uno, todo es para todos", repite una de las chicas que hace cinco años dejó atrás su otra vida.
"¿Qué dejé?" –se pregunta y se responde: "la independencia, la libertad, pero tenía eso y no era feliz. Acá estoy bien, no hay egoísmo o, por lo menos, el egoísmo no es lo que rige todo como allá".
"Allá" es ese mundo en el que uno vive, sobrevive, a tientas tratando de "protegerse" ¿De qué? De todo, de los precios, del vecino, de la pobreza, de la soledad, y ahora ¡hasta del granizo! Un mundo en el que prima una ilógica de exterminio que ni el más diabólico demiurgo hubiera imaginado. Un mundo en el que los intentos colectivos son tachados, todavía, de sospechosos.
En esa espléndida tarde de domingo me encontré con dos formas de evadirse de una realidad insoportable. Unos y otros cayeron o eligieron el afuera. ¿Y el resto?
"la significacion y el valor de los actos del hombre arcaico estan dados por la calidad que les da el ser reproducción de un acto primordial, repetición de un ejemplo mítico"
Lo que sigue es de MITOS Y REPETICIÓN por Mircea Eliade
En la mentalidad "primitiva" o arcaica, los objetos del mundo exterior, tanto, por lo demás, como los actos humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco autónomo. Una piedra será sagrada por el hecho de que su forma acusa una participación en un símbolo determinado, o también porque constituye una hierofanía, posee mana, conmemora un acto mítico, etcétera. El objeto aparece entonces como un receptáculo de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le confiere sentido y valor...
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Pasemos ahora a los actos humanos, naturalmente a los que no dependen del puro automatismo; su significación, su valor, no están vinculados a su magnitud física bruta, sino a la calidad que les da el ser reproducción de un acto primordial, repetición de un ejemplo mítico.
...el "primitivo", el hombre arcaico, no conoce ningún acto que no haya sido planteado y vivido anteriormente por otro, otro que no era un hombre. Lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestas inauguradas por otros.
...El producto bruto de la Naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no hallan su realidad, su identidad, sino en la medida en que participan en una realidad trascendente. El acto no obtiene sentido, realidad, sino en la medida en que renueva una acción primordial.
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El artículo completo de Eliade esta en www.temakel.com/texmiteliaderepeticion.htm
Es recomendable para descubrir que uno es mucho menos moderno y racional de lo que uno cree.
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